Materialmente es muy poca cosa. Unos pocos pesos que ya no serán girados a los obispos y a los seminaristas. Pero el hecho no deja de ser simbólico. Hoy la República Argentina, en nombre de su incalificable presidente, cortó el último hilito delgadísimo como un cabello que la unía a la Iglesia de Cristo. Algunos argumentarán que es preferible eso, antes que mantener una relación hipócrita y en los hechos totalmente inexistente. Y que los obispos lo tienen bien merecido por no haber luchado lo suficiente contra la ley del aborto y otras tantas cosas. Y es probable que tengan razón. Solo quisiera hacer notar que los “zurdos”, el Partido Obrero, el partido comunista, etc., lucharon y reclamaron durante muchísimos años por esto que sucedió en el día de hoy. La famosa separación Iglesia-Estado. Y curiosamente, no fueron los “zurdos” comunistas y socialistas los que la llevaron a cabo. En ese sentido, uno tiene todo el derecho del mundo a suponer que deben estar festejando muy contentos y muy satisfechos.
Lo de hoy, es un acto simbólico, de poca o nula incidencia práctica. Pero es uno más entre tantos otros que viene realizando milei, con la clara intención de refundar la República Argentina, vaya a saber uno en nombre de qué, probablemente de las “fuerzas del cielo”, como suele decir.