«¡Protesto!» Cardenal Paul Cordes y la deriva de la Iglesia en Alemania
InfoCatólica
El cardenal alemán Paul Josef Cordes, presidente emérito del Pontificio Consejo Cor Unum, ha salido al paso de las recientes declaraciones a los medios de comunicación del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y del obispo de Osnabrück, Monws. Franz-Josef Bode, en la asamblea general de los obispos alemanes de Hildesheim. El purpurado advierte: «ni tan siquiera un cardenal puede separar la pastoral de la doctrina con un golpe de mano, a no ser que quiera pasar por encima del sentido de fe vinculante de las palabras de Jesús y de las proposiciones vinculantes del Concilio de Trento».
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Los obispos en Alemania no son la fuente de la fe
La constitución conciliar sobre la divina revelación, por su parte, enseña sin ninguna duda que la fe de la Iglesia Católica se alimenta exclusivamente de la Sagrada Escritura y de la Doctrina de la Iglesia. Incluso independientemente de lo establecido por esta inequívoca instrucción, resultaría paradójico querer otorgar la función de fuente de la fe a un pequeño grupo de miembros de la Iglesia que viven en una situación tan espiritualmente lamentable como objetivamente irregular.
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El cardenal alemán Paul Josef Cordes, presidente emérito del Pontificio Consejo Cor Unum, ha salido al paso de las recientes declaraciones a los medios de comunicación del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y del obispo de Osnabrück, Monws. Franz-Josef Bode, en la asamblea general de los obispos alemanes de Hildesheim. El purpurado advierte: «ni tan siquiera un cardenal puede separar la pastoral de la doctrina con un golpe de mano, a no ser que quiera pasar por encima del sentido de fe vinculante de las palabras de Jesús y de las proposiciones vinculantes del Concilio de Trento».
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Los obispos en Alemania no son la fuente de la fe
La constitución conciliar sobre la divina revelación, por su parte, enseña sin ninguna duda que la fe de la Iglesia Católica se alimenta exclusivamente de la Sagrada Escritura y de la Doctrina de la Iglesia. Incluso independientemente de lo establecido por esta inequívoca instrucción, resultaría paradójico querer otorgar la función de fuente de la fe a un pequeño grupo de miembros de la Iglesia que viven en una situación tan espiritualmente lamentable como objetivamente irregular.
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